jueves, 4 de marzo de 2010

Invierno

El viento se llevaba su cabello, aunque intentara trenzar su rebele cabellera igualmente se le escapaba con la brisa de invierno. Las desoladas calles estaban cubiertas por una sabana blanca al igual que los edificios que le daba un aire navideño a la ciudad. A un día de la festividad a esa hora no se encontraba a nadie en las calles, excepto Kat, quien recorría las calles camino a su hogar luchando con el viento y el frío que le atravesaban los huesos, refugiándose en su abrigo.

El cielo estaba oscuro, más de lo usual, eso quería decir que pronto comenzaría a nevar y Kat esperaba que no comenzara hasta estar junto al calor de la chimenea de su hogar.

Sumida en el pensamiento de encontrar pronto el calor, no divisó a un par de hombres que se le acercaban corriendo.

Kat al verlos creyó que pasarían de largo, que solo corrían para arrancar del frío pero al ver que se detenían junto a ella y que uno la abrazaba por la espalda para taparle la boca entendió que eran ladrones.

Kat intento gritar, pero uno de los hombres, el que estaba frente a ella, la golpeó en el estomago. Haciéndola retorcer, intentó caer de rodillas pero el hombre la agarró firme para que no lo hiciera.

-“Tranquila dulzura, será mejor que cooperes”- dijo uno de los hombres mientras el que estaba frente a ella le arrebataba el bolso.
-“Sabes amigo, no deberíamos dejar sin compañía a una gatita tan hermosa”- dijo el hombre rozando con su mano por el cuello de ella, bajando hasta tocarle un pecho, provocando un grito de desesperación de Kat. En ese momento la muchacha realmente sintió terror.
-“Deberíamos hacer algo con ella”- habló con un intento de voz “seductora” – “Deberíamos compartirla.”-

Kat cerró los ojos mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. No podía creer lo que le estaba pasando hasta que de pronto sintió que las manos que la apresaban la liberaron y como sus rodillas le temblaban no pudo mantenerse en pie y cayó de rodillas al suelo.

-“¡Hey!”- escuchó a una voz que le decía, una voz desconocida mientras también escuchaba pasos arrancar.

Kat sintió que un par de brazos la tomaban y la levantaban para ponerla sobre sus pies y luego sintió que la apretaban a un pecho masculino. La muchacha mantenía sus ojos cerrados y no sintió miedo a aquel desconocido raramente se sintió protegida, como si aquel hombre quisiera protegerla.

Cuando Kat abrió sus ojos no pudo ver el rostro de hombre ya que estaba acomodada en su pecho. De pronto sintió unas enormes ganas de llorar que no pudo aguantar y lloró como una niña pequeña...




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