miércoles, 30 de enero de 2013

Dolor de cabeza.

Lentamente comienzo a comprender, abro los ojos que parecían nunca antes haber visto la luz. Parpadean inquietos, el fuerte impacto de los rayos solares me produce una momentánea ceguera, bueno no tan momentánea pues nunca antes la luz había entrado de manera tan profunda por mi pupila.
Cierro mis ojos con rabia, no quiero ver la luz. No deseo tener esa sensación nueva en mi cuerpo, una sensación de molestia cuando se está tan acostumbrado a la rutina, mi hermosa oscuridad que me acompaña y me abraza en mis desvelos.

¿Qué hago? No me tomo el tiempo para pensarlo y vuelvo a abrir los ojos. La nebulosa vuelve y se ríe escandalosa. Frunzo el ceño. Maldita prostituta.
No dejaré que me intimide, abro aún más los ojos con la intención de que la luz penetre en mi pupila sin vacilar. Siento mis ojos arder y la puta nebulosa no quiere disipar. Intento con todas mis fuerzas aguantar ese escozor que se centra en mis ojos, no tengo intenciones de dejarme vencer por aquella canalla. Arden y arden a momentos lo siento fatal pero de un momento a otro una gota brota de mi ojos y acaricia con sutileza mi mejilla ¿Qué es esto? me espanto y mi corazón comienza a palpitar con violencia ¿Agua que cae de mis ojos? ¡No lo entiendo! quizás solo lo imagine, estaba tan absorta intentando ganarle a la maldita que mi imaginación descarriada me tendió una trampa para desconcentrarme..

Otra gota sorpresiva camina sin prisa. ¡Dios mío! ¡No lo puedo estar imaginando! ¿Estoy lloviendo? me río de mi pensamiento idiota. Una media sonrisa se hace ver en mi boca pero se borra al instante cuando una idea peor se cruza entre mis pensamientos ¡Tengo una fuga! ¡Dios estoy fallada! Mi corazón se aprieta asustado, me toco el rostro sin ganas de creerlo y mis ojos aún siguen abiertos ¿Por qué me pasa esto a mí?. La nebulosa maldita se ríe aún más fuerte, se burla con ganas y yo solo quiero hacerla callar. Tengo miedo, el pánico amenaza con tomar el control de mi cuerpo y yo no se que hacer para no dejarme llevar por las sensaciones violentas. Mis manos blancas tiemblan sin intenciones de detenerse y como una explosión fuerte y desgarradora brota desde mis ojos un mar salado que se pierde entre mi boca y mis pechos, con manos temblorosas intento apartarlas pero son infinitas. Las espanto durante un largo rato pero vuelven a aparecer y mayor es mi sensación de frustración, parece que eso las multiplicara.

No se que hacer y cierro los ojos, me siento derrotada nada me sale bien. Tengo las pupilas adoloridas y las mejillas húmedas, pareciera que estuviera envuelta en un charco de gotas saladas, me dejo llevar por la sensaciones.
La nebulosa aún se ríe de mi pero ahora con la diferencia que su mirada es de sorpresa, se entretuvo mucho con mi espectáculo. Nunca debí escapar de mi rutina. Ella me lo advirtió y ahora me mira recelosa. Tendré que pedirle disculpas si quiero volver. Me hago de ánimos para suplicar pero antes decido abrir los ojos por última vez, ya no tengo nada que perder. Mi orgullo ya fue destrozado ¿Qué me queda? Pues nada.

Abro mis ojos lentamente con la última pizca de esperanza que me queda, ya no hay nada más y al abrirlos la nebulosa había desaparecido y como un milagro inesperado, ya no me dolían mis pupilas.


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Vanessa Bravo. Con la tecnología de Blogger.
 

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